jueves, 23 de julio de 2009

La exposición oral


En una exposición oral no se deben transmitir muchos mensajes (la capacidad de captación del público es limitada), Hay que centrarse en unas pocas ideas principales e incidir sobre ellas.
El estudiante debe conseguir captar la atención del público y para ello es fundamental que la exposición sea lo más amena posible, incorporando algún toque de humor, ayudándose de ejemplos y anécdotas, etc.
Debe cuidar la entonación, jugar con la modulación, evitar un tono monótono (típico error) que termina por aburrir a los presentes. Esto se puede ensayar grabando el discurso y escuchándolo.
El estudiante no se puede limitar a leer un texto (resultaría sumamente aburrido), además le impediría mantener un contacto visual con el publico. Debe preparar su exposición de memoria y llevar un pequeño índice que le sirva de guía.
Tiene que cuidar la indumentaria, ir vestido algo más formal de lo habitual.
Perfectamente peinado y afeitado, ropa planchada, zapatos limpios, etc. La imagen que se transmite es muy importante.
Debe cuidar sus gestos y movimientos: no sólo se comunica a través del lenguaje verbal sino también a través del lenguaje no verbal (posturas, movimientos, gestos, expresiones de la cara, etc.).
El mensaje que se transmite con el lenguaje no verbal puede ser a veces más potente que el que se transmite con palabras y en ocasiones pueden ser contradictorios. Por ejemplo, decir "para mi resulta un placer poder presentar este trabajo" y al mismo tiempo transmitir una imagen de nerviosismo, ansiedad, incomodidad.
El lenguaje no verbal hay que ensañarlo en casa, delante de un espejo o de alguna persona de confianza, que le indique a uno donde falla, qué debe corregir.
El estudiante debe transmitir seguridad y para ello es fundamental una buena preparación.
Una imagen de nerviosismo puede llevar a pensar que la exposición no está suficientemente preparada.
Los dos momentos principales de una presentación hablada son el principio y el final.
Al principio el estudiante se juega el conseguir captar la atención del público (si no la capta entonces difícilmente lo va a hacer luego). En esta fase debe ser especialmente claro y comunicativo, generando entre el público "curiosidad" por lo que va a exponer.
Al final del discurso, en las conclusiones, debe recalcar las ideas principales que ha expuesto y los argumentos que las apoyan. Probablemente sea lo único que al final recuerde el público de toda la exposición.
La presentación gana mucho si se acompaña de apoyo visual (diapositivas, transparencias, pantalla del ordenado proyectada.). Transmite una imagen de profesionalidad y facilita la comunicación con el público.
Las transparencias o diapositivas deben ser ligeras, fáciles de leer, recogiendo pocas ideas importantes, con combinaciones de colores.
El estudiante no se debe limitar a leer el texto de las transparencias, debe utilizarlo de soporte pero desarrollando las ideas con sus propias palabras.
Durante los ensayos es importante medir la duración de la exposición para tratar de que se ajuste a la duración prevista (que no resulte ni demasiado larga ni demasiado corta).
Durante la exposición es conveniente colocar el reloj en algún lugar donde discretamente se pueda ver (sin tener que mirar su muñeca). Esto permitirá ir controlando que la exposición se va ajustando al tiempo previsto.
Cuando se realiza una exposición oral es conveniente ofrecer al público asistente la posibilidad de realizar preguntas al final de la exposición. Esto transmite la impresión de que se domina el tema.
Las preguntas hay que contestarlas de forma precisa pero escueta, sin rodeos. Si una pregunta no se sabe contestar no pasa nada, simplemente habrá que indicar que en ese momento no se puede responder pero que se consultará y a la mayor brevedad se dará una respuesta. Lo que nunca se debe hacer es inventar la respuesta.
La gran mayoría de la gente presenta miedo a hablar en público en una exposición por una serie de razones entre las cuales destacan:
- miedo a las críticas
- miedo al fracaso
- ansiedad al sentirse el centro de atención
- demostrar ignorancia del tema a tratar
- miedo a las posibles reacciones negativas de los espectadores
- temor a la pérdida del prestigio
- etc.
Gran parte de este miedo es irracional, es decir, no obedece a motivos lógicos.
Ahora bien, tener miedo en los momentos previos a una exposición pública es algo natural propio del ser humano. Por esta razón no deberíamos ser excesivamente críticos con nosotros mismos, ni considerarnos como una persona débil o insegura.
Posiblemente, la mejor manera de vencer el miedo es con una preparación adecuada. Es muy aconsejable trabajar y ensayar rigurosamente la intervención.
Cuando se domina el tema de la exposición, las posibilidades de cometer fallos se reduce notablemente, lo cual genera confianza y disminuye el citado nivel de ansiedad.
Suele resultar muy útil mantener una mentalidad positiva antes y durante la intervención, es decir, imaginarse la enorme satisfacción que nos produciría obtener un gran éxito.
Conseguir desenvolverse airosamente y sin inhibiciones es en la mayoría de los casos una cuestión de práctica. Es por lo tanto muy aconsejable no dejar pasar cualquier oportunidad de hablar en público.

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